martes, 31 de enero de 2012

EN LOS JARDINES DONDE NADIE VA





Está canción me colma de nostalgia, y pienso en los adultos mayores que viven en soledad, que no tienen a su lado a un hijo, nieto o sobrino que le brinden su amor; es tan triste que los jóvenes no valoren el gran tesoro que encierra un adulto mayor, los abuelos son un tesoro que nos recuerdan los valores de la vida y si continuamente los valoramos y disfrutamos con plenitud, ellos rejuvenecen y mantienen la alegría de vivir aún con los achaques naturales característicos de su edad.  Su piel frágil arrugadita nos presenta los caminos que han recorrido en su largo andar en este su existir, un caminar conformado por luchas y victorias, tristezas y alegrías, todas ellas delineando su gran sabiduría.
Y aún más triste es ver que algunos  hijos y familia que viven con sus viejitos en vez de cuidarlos, protegerlos, amarlos, atenderlos, los maltratan, reniegan de ellos; hay quién llega a golpearlos, los abandonan en asilos y hasta en  en su misma casa, los consideran estorbo, los tienen apartados, descuidados, sin bañar y para colmo comen después de que el egoísta pariente come.
Mi abuela materna  murió prácticamente joven a los 60 años,  yo jovencita la veía grande, en vida la disfruté las pocas veces que la veía ya que vivía en otra ciudad, me mimaba, jugábamos a la lotería, brincábamos la cuerda, le hacía vestidos a mis muñecas, era mi complice en algunas travesuras blancas y me regañaba con dulzura cuando lo merecía. Al morir mi abue  se llevó parte de mi corazón y al cabo de un tiempo comprendí que la muerte es un estado normal del ser humano, aún así  crecí con ganas de ser chequeaba por una abuelita, aunque mi madre siempre me amó demasiado, me hizo falta ese amor de abuela, un amor dulce, sincero y muy chiqueon. No imaginan cuanto daría por tener conmigo a mi abuelita y mi nostalgia es aún más grande porque en  vida no la pude disfrutar tanto como hubiese querido por vivir lejos; la tristeza se acrecienta  porque una vez que llegué a vivir definitivamente cerca de la casa de mi Tita, cuando mis alegrías eran enormes pues ya planeaba disfrutarla con demasía, ir a visitarla seguido, abrazarla más tiempo; entonces es cuando Dios tenía otro plan para ella, llevársela súbitamente dejándome un profundo dolor.
No tengo abuelos y de hecho jamás pude disfrutarlos como es debido, porque dos de ellos murieron antes de que yo naciera, mi abuelo materno murió cuando era yo una niñita y mi abuelita ya lo saben. 
Demos atención y amor en demasía a los adultos mayores, ellos son una cajita de sorpresas en donde guardan un sin número de vivencias enriquecedoras, ellos son tiernos, amorosos, más valiosos que el oro mismo, son un brillante pulido que deslumbra siempre a quién los toca, a quién les da su tiempo con gusto, a quién sabe escuchar sus consejos sabios y sus incontables historias que han conformado su vida.
No poseo abuelos, pero si a unos padres que van forjando su camino hacia la ancianidad y me corresponde brindarles todo mi cariño y mi tiempo,darles tanto amor cual ellos me lo han dado desde mi niñez hasta hoy que soy adulta. Sobre todo enseño a mis hijas a valorar a los adultos mayores y a sus abuelos pues de ellos tienen mucho que aprender y contribuyen dando amor a sus nietos, con sus consejos y paciencia,;les digo que son afortunadas por tenerlos y en ellos tienen la más cercana fuente de sabiduría, un libro viviente que enseña más que cualesquier escuela y es gratis. 
Busquemos a los ancianos en acilos y bridémosles amor, escuchémosles, demósles abrazos, muchos de ellos no tienen a nadie y les dará gusto que alguien les otorgue una tarde de lectura, de plática o  simplemente de compañía.
Si tenemos un vecino anciano, le hará bien que de vez en cuando lo visitemos dándole el más preciado de los regalos, compañía y amor.
Y tú adulto mayor que lo has tenido todo en la vida, que tienes hijos,nueras ,yernos y nietos que te aman profundamente, no te niegues esa oportunidad  tan valiosa y única en la vida de recibir con alegría a tus seres queridos, sé que  la vejez llega con miles de achaques que se van adheriendo día con día a tu vida, lo que te impide muchas veces estar feliz y te hace un poco flojo para arreglarte y convivir con los tuyos, más eso es mental, dale gracias a Dios que te duele algo en tu cuerpo porque significa que estás vivo; Las visitas de vez en cuando te dan vida, te retroalimentan, te rejuvenecen, te recuerdan que le importas a los demás, no seas egoísta y dejate amar.
Los adultos mayores merecen el amor y el respeto de todos los niños, jóvenes y adultos que pisamos esta tierra. Valoremos lo que ellos nos han dado y siguen aportando. Mirémonos en un futuro como un viejito o viejita feliz  rodeada del amor de los nuestros. Sembremos benevolencias y cosecharemos alegrías eternas.